¡Celebrando la vida!
Con frecuencia pensamos que un reportaje fotográfico es algo que vale la pena encargar sólo en momentos muy señalados de nuestra vida: una boda, el bautizo de nuestros hijos, su primera comunión, cuando cumplen 18 años, tal vez una sesión por Navidad. Pero la vida no se limita a esos días, numerosas situaciones particulares y únicas suceden en fechas no marcadas como singulares en nuestro calendario. La cotidianidad, cuando la miramos con atención, puede regalarnos imágenes extraordinarias y hermosas. En la intimidad de nuestra casa, en las actividades que cada día compartimos con las personas que amamos es donde aflora nuestro yo verdadero, donde se manifiestan nuestras emociones más profundas. Entonces ¿por qué esperar a que el calendario nos marque en rojo una fecha como “especial” para decidirnos a tener el mejor de los recuerdos de nuestra vida?
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